A menudo el alma es un ser renqueante, que avanza a duras penas.
Arrastrando los pies agotados por el cansancio, y tapando las heridas con parches de embustes y vanas esperanzas que simplemente consiguen ocultarlas a nuestros ojos y a los de los demás.
A menudo nos derrumbamos y necesitamos a alguien que nos ayude a levantarnos.
A menudo la persona que te hiere es la misma que te ayuda a levantarte.
Por suerte para mí, eso ya terminó.
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